Gonzalo Castillo, el excandidato presidencial por el Partido de la Liberación Dominicana, pese a las enigmáticas sonrisas que exhibe mientras camina esposado por los pasillos de la justicia, tiene un gran dilema por delante. 

Castillo deberá decidir (si no decidió ya) en torno a la posibilidad de negociar a cambio de penas menores, o declararse inocente y perseguido político, a ver qué pasa.

Los sabios estrategas de su partido ya tomaron la decisión. Para el Comité Político del PLD Gonzalo y los demás son inocentes, y son víctimas de persecución política. Con este argumento vuelven a cañonear la honestidad de la jefa suprema del proceso de persecución legal: la procuradora general Miriam Germán.

Pero la tesis de la persecución política debe ser confirmada por el sonriente Gonzalo. De hacerlo así, podría dar con sus huesos en la carcel durante años. Y perder buena parte de su fortuna. Pero si negocia, si acepta su culpabilidad y devuelve algo de lana, dejaría muy mal parado al Comité Político de su partido y derrumbaría ipso facto la tesis de persecución política.

Y peor parado aún dejaría a su exjefe, mentor y líder: Danilo Medina Sanchez. Que según el expediente en el que se acusa a Gonzalo, y que se valida con la admisión de uno 10 coacusados, todo se hizo bajo instrucciones expresas del expresidente, que ha confesado en su cuenta de Twitter padecer cáncer de próstata.

Entonces, Gonzalo Castillo está ante la disyuntiva de negociar una condena con un número bajito, o pelear por su inocencia y salir libre, o purgar una larga condena, por él y por los que con él prevaricaron 19 mil millones de pesos, según el expediente. 

En ese caso estaría asumiendo una carga muy pesada, la de él y la de los otros, como hacen los camellos entre sus jorobas.