En el acto de homenaje póstumo presentado por el Ayuntamiento de Santo Domingo Este (ASDE) ante los restos mortales de Domingo Jiménez, Manuel Jiménez pronunció un panegírico servido con palabras que sonaban tan sinceras que parecían desprenderse del mismísimo pericardio del alcalde.
El público que abarrotó el lobby del palacio municipal de Santo Domingo Este amplió los decibelios del silencio imperante mientras el alcalde se desplazaba desde su asiento hacia el podio, haciendo posible que cada palabra del orador flotara por el amplio salón, con total nitidez.
Algunos antecedentes
Manuel Jiménez y Domingo Jiménez, además de compartir los apellidos, militaron en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
En ese partido ambos abrazaron el boschismo con especial ahínco. Los dos aspiraron a alcalde y ninguno pudo lograr ser candidato por las prácticas antidemocráticas que terminaron sacando a esa organización del poder.
Del viejo partido Manuel partió al Partido Revolucionario Moderno y pudo materializar su sueño de llegar a ser alcalde, Domingo, en cambio, salió a fundar una nueva organización junto al presidente Leonel Fernández, la Fuerza del Pueblo, pero la muerte lo sorprendió en el camino y no le permitió ver a su partido triunfar.
Primera afirmación sobre Domingo Jiménez
Pero es ahí cuando Manuel Jiménez hace su primera afirmación, ante el féretro que alberga los restos de Domingo, cuando dice que «no se va, porque el que deja un legado como el de Domingo entonces muchos hombres, mujeres, muchos jóvenes también, empiezan a seguirlo y eternizan su presencia».
Jiménez continúa explicando algunas de las claves que han hecho posible que tantos líderes, de tantos partidos diferentes, reconozcan las que fueron sus virtudes, a pesar de que él adversó a algunos de esos líderes en el terreno político, con la firmeza y las destrezas verbales que lo caracterizaron. Entre ellos está ahí sentado, Domingo Batista, a quien Domingo le tocó hacer recia oposición. Por eso Manuel nos comunica su segunda apreciación clave:
Segunda apreciación sobre Domingo Jiménez
«El que ha sembrado deja en cada cosecha su existencia de forma perenne, ese es Domingo; fue regidor, y aquí está Domingo Batista. Sin ausencia y sin tardanzas. Con propósitos, con respuestas, con propuestas, con entrega, y con absolutos principios de integridad y de ética. Por eso esta muerte es dura, porque vivimos en una sociedad llena de crisis en estos momentos. La peor de todas, es la crisis de los principios; posiblemente de esta dependen todas las otras crisis. Cuando una persona como Domingo, que ejerció su vida apegado a principios tan valiosos para una sociedad como es hoy la dominicana, entonces esa muerte sí duele».
Domingo Jiménez y el don de la palabra
Otra de las perspectivas desvelada por Manuel se refiere a una de las grandes virtudes de Domingo: el don de la palabra. Al respecto el alcalde afirma que:
«Domingo no tuvo adversarios porque nunca enfrentó a nadie con imprudencia. Era un hombre con un altísimo poder de la palabra, un tribuno, un orador nato, con dominio extraordinario de los principios políticos que defendía. Sabía lo que decía. Hablaba de frente».
Domingo Jiménez fue regidor por dos períodos en el Ayuntamiento del Gran Santo Domingo y luego por un periodo en el nuevo Ayuntamiento de Santo Domingo Este, además fue subsecretario de Interior y Policía, Ordenador para los Fondos Europeos de Desarrollo con rango de Secretario de Estado, entre otros muchos cargos públicos. Sobre toda esta trayectoria el alcalde Manuel Jiménez concluye:
«Amaba su barrio, amaba a sus amigos. No llegó a hacerse rico, pero no le faltaba nada para dar, porque le sobraba voluntad para servir».
Y sobre su dimensión como líder del sector laboral afirma:
«Él, muy joven, daba discursos extraordinarios a la clase obrera dominicana»
Para el final el alcalde dejó el broche de oro, la clave fundamental de todo lo anterior, en una sola oración, corta y sustanciosa, con el poder de síntesis que solo ostentan los que tienen fibra de poeta, así, como las transcribo aquí, las arrojó al cálido silencio del amplio lobby:
«Todo lo que hacía Domingo, yo lo conocí, lo hacía, pensando en el bienestar de su pueblo».
Panegírico pronunciado por Manuel Jíménez en el homenaje fúnebre municipal de cuerpo presente a Domingo Jiménez
Autor

Domingo fue una gran persona. Lo recuerdo desde que eramos muchachos. Siempre motivado afanado por superarse. Cosechó lo que todo gran fijador logra. Nunca olvido aquella vez en la que yo entraba a un restaurant y su chófer tocaba bocina para que mirara. No lo hice porque no sabía que era conmigo. Pero Domingo se molestó en entrar al restaurant simplemente para saludarme y luego salió. Un gesto de cariño que se me clavó como ejemplo de vida.