Leonel y Luis: un abrazo que recablea la sucesión presidencial
La realineación del voto en tiempos de sucesión
Alfonso Caraballo
Mientras Javier Cremades informaba que la organización internacional World Jurist Association se proponía elaborar un documento para presentar la solidez de la democracia dominicana como un referente inspirador para la región, pidió al presidente de la República Dominicana, Luis Abinader, y al expresidente Leonel Fernández, que, junto a otros funcionarios presentes, se pusieran de pie. Fernández y Abinader hicieron algo más: caminaron el uno hacia el otro sobre una alfombra de aplausos y se abrazaron. El gesto relanzaba, desde el Aula Magna de la primera universidad del Nuevo Mundo, una narrativa poderosa: Luis Abinader le entregará el poder a Leonel Fernández.
La idiosincrasia política dominicana es resistente a remover esa narrativa una vez se instala en el imaginario colectivo. Se expande en artículos, tertulias entre tragos, salones de belleza, publicaciones en redes sociales, y todo avalado por un argumento que se torna irrefutable: un abrazo entre sonrisas, en público y sincero.
Para muchos dominicanos, la transmisión de mando del actual presidente ya no seguirá los cauces formales de una convención interna del Partido Revolucionario Moderno (PRM). En su lugar, se ha instalado la percepción de que Abinader ha seleccionado a Fernández como su sucesor. Como sucede con los líderes, no pueden expresarlo directamente y, por eso, lo comunican a través de señales que se interpretan desde la tradición política popular, quizás un poco mítica, pero con más credibilidad que cualquier realidad tangible que se le pueda oponer. Más aún cuando se trata del ascenso o el regreso de Leonel Fernández al poder.
Balaguer abraza a Leonel y lo convierte en heredero de sus seguidores
El 2 de junio, días antes de la segunda vuelta de las elecciones de 1996, Leonel Fernández, entonces candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), se encontró con el doctor Joaquín Balaguer en el Palacio de los Deportes del Centro Olímpico. En un acto multitudinario, el líder del Partido Reformista Social Cristiano, mediante un abrazo, le transfirió sus votos a Fernández, haciéndolo ganador con más del 50% de los sufragios frente al legendario líder de masas, José Francisco Peña Gómez.
Antes de ese abrazo, Balaguer se vio obligado a guardar las apariencias para no traicionar al candidato de su propio partido, Jacinto Peynado. Pero, por más que Balaguer jurara —y juró en Higüey, frente a la mismísima Virgen de la Altagracia— que apoyaba al candidato de su partido, sus seguidores estaban convencidos de lo contrario. Esa percepción se confirmó en el abrazo del Frente Patriótico. Así, se fortaleció la narrativa de que una cosa es lo que el líder dice con la boca y otra lo que expresa con señales. Los abrazos hablan más que mil palabras.
Luis gana por Leonel
Cuando el gobierno encabezado por Danilo Medina intentó reformar la Constitución para reintroducir la reelección, Abinader y Leonel coordinaron acciones de oposición que finalmente abortaron esos intentos. Dichas coordinaciones, y la posterior alianza electoral entre ambos, permitieron que la naciente Fuerza del Pueblo obtuviera escaños congresuales y municipales, generando un nuevo relato de alianzas públicas y soterradas entre estos dos líderes.
Omar Fernández gana la senaduría
La narrativa de colaboración se consolidó con el triunfo de Omar Fernández, hijo de Leonel Fernández, en el Distrito Nacional, la plaza política donde reposa el gobierno central y los principales ministerios del país. Según ese hilo narrativo, la candidatura de Guillermo Moreno, impulsada por el presidente Abinader, facilitó el triunfo de Omar.
La realineación coyuntural del voto
Cuando un líder político se retira de la competencia —por edad, decisión propia o impedimento legal— muchos de sus seguidores realinean sus simpatías hacia otros líderes, incluso fuera de su organización política. Esto ocurrió cuando el PRD se vio paralizado por conflictos internos en 1990; muchos de sus seguidores se inclinaron por Juan Bosch en esa elección.
Luego, en 1996, cuando Balaguer fue impedido de participar por la reforma constitucional de 1994, sus seguidores realinearon su voto hacia Leonel Fernández, en vez de apoyar a Jacinto Peynado, el candidato reformista.
Y cuando Leonel Fernández abandonó el PLD para formar la Fuerza del Pueblo, parte de los votantes tradicionales del PLD se abstuvo y otra parte votó por el PRM.
La salida de Luis Abinader
Es previsible que, con la eliminación de Luis Abinader como opción presidencial por vía constitucional, algunos de sus seguidores busquen otros liderazgos fuera del PRM. Esto aplica especialmente para aquellos votantes que eligen con el corazón, fuera de los circuitos clientelares del partido.
Un requisito sine qua non para capturar una buena parte de esos seguidores es no ser percibido como un enemigo personal del líder saliente. Los seguidores no suelen apoyar al adversario de su líder. Por eso, Leonel Fernández ha llevado un estilo de oposición de baja intensidad, sin confrontación radical, sin odio, sin descalificación moral y sin diatribas despiadadas.
La narrativa del abrazo
En definitiva, estamos ante una narrativa que plantea que el primer triunfo de Luis Abinader fue posible gracias a la salida de Leonel Fernández del PLD; que los acuerdos subterráneos se afianzaron con el triunfo de Omar Fernández; que el inmediato reconocimiento de Leonel al segundo triunfo de Abinader y su estilo de oposición política de baja intensidad consolidaron el relato. Todo esto, sumado al símbolo de un abrazo sobre una alfombra de aplausos, sugiere que una parte importante de los seguidores de Luis podrían redirigirse hacia Leonel Fernández.
